domingo, 6 de abril de 2008

La búsqueda eterna del yo.






Hace algún tiempo volví a ver por primera vez "La dolce vita" del gran maestro del cine, Federico Fellini. Que terrible trancazo me fuí a dar. Marcello intenta encontrar un sitio para sí. Vaga por los distintos mundos, todos tratados magitralmente por el ojo mágico de Fellini: desde el retorno a la vida de la campiña con su padre, hasta el glamour hollywoodense; pasando por el mundo intelectual, por la fé, por la nobleza decadente que llega en estado de putrefacción al siglo XX y culmina en la inevitable caida en la nada, en la banalidad, la superficialidad, lo inverosimil.

Creo que la premisa, la busqueda constante del yo, un yo pérdido en la decadencia de los valores, de las ideas y del cual no hay salida... o más bien, sí la hay. Esta ahí, justo frente a ti, pero no quieres verla, no quieres oirla, estamos tan ahogados en la monstruosidad de la posmodernidad que nos negamos porque somos incapaces de adoptar un compromiso con nosotros mismos y nuestros intereses, al fin y al cabo el mundo posmoderno puede ser muy seductor.

El retrato de una humanidad corrompida, ávida de soluciones inmediatas, de un ser humano ocupado en parecer y olvidar el ser, todo a través de la historia de Marcello, el escritor que vive del chisme y que, cuando piensas que no se puede ir más hacía abajo, termina en el mundo de la publicidad, metáfora de la mentira maquillada de valor. Sin duda, Fellini nos muestra una visión, bastante pesimista, de un mundo pérdido en el absurdo de todo lo que lo conforma.

Al tratar las relaciones humanas existe una constante: la incapacidad de comprometerse con el otro. Esto es lógico, ante una total desubicación existencial, es imposible ubicarse en el otro, y si existe esta ubicación es completamente falsa. Desde la primera secuencia vemos esto. un Jesucristo desubicado, volando por una Roma a medio construir y que retorna al Vaticano. ¿Cúal es el sentido de esto? simplemente que Marcello intente sacarle un teléfono a alguna de las chicas que se asolean en una azotea.

A partir de este punto, la vertiginosa caida de Marcello nos conduce a la desesperación. Que opte por cualquiera de las personas que tiene enfrente. Que se quede con Anita Ekberg en la fontana di Trevi (La tetona de Fellini de "si volvieran los dragones" de Fito), que se quede con la mujer dominante que lo espera en casa, que vaya con la aristrocata golpeada, que se encomiende al falso milagro, que vaya a discutir sobre poesia con el intelectual que mata a sus hijos y se suicida, que regrese con el "rabo verde" de su padre a la campiña, que se quede con las putas del cabaret, pero sobre todo que vaya con ese ángel y termine su novela. No lo hace, prefiere seguir en la monstruosa superficialidad de "la dolce vita".
Los ideales han caido, la sociedad ha caido, el mundo se enfrenta a su espejo monstruoso y permanece apático e indiferente ante sí mismo.

Sólo me queda unas preguntas ociosas ante esta pelicula: "La dolce vita" causo revuelo en el año 1960 por estos planteamientos, ¿Cómo llegamos a este nuestro presente? ¿He tocado fondo?

Prefiero velar ese maldito espejo y soñar en una pagina porno del internet.

viernes, 4 de abril de 2008

ODISEA MOTORIZADA


Tomo el coche. Salgo. La puta vecina lavando su "sentra". Siempre hay por lo menos otro coche en su entrada, siempre distinto, como siempre distinto es el guey que lo maneja. Llego a la esquina. Doy vuelta a la derecha. La idiota señora cruzando la calle con toda calma y que me obliga a frenar. Le sonrio. Le cedo cortesmente el paso. Se voltea y hago el gesto de darle un zape. Idiota. Vuelvo a acelerar. Tope. Freno. Paso. Acelero. Otro tope. Freno. Paso. Acelero. Siento, sin previo aviso, el golpe en la llanta derecha. Maldito charco. Es un hoyo. Como si uno tuviera dinero para llantas, rines y suspensiones para echar pa' arriba. Puto gobierno, todo es su culpa. Me incorporo a la avenida. Vuelta a la izquierda. Oliendole el mofle a una "lancha" del año de "los duques de Hazzard" que está frente a mí. Echa humo. Sus amortiguadores ya no sirven y cada bache que pasa se mece como puta en cabalgata. Semáforo. Freno. ¿Por qué dura tanto si no pasa nigún coche?. Verde. Avanzo. Alcanzo una "suburban" del año. Me cagan. Todos los que van en una porquería de esas es guarro o es narco. La rebaso. Quiero ver quién maneja. Vidrios polarizados. Esos son delincuentes, seguro, aunque sean de cuello blanco. Veo al frente y un enfrenon terrible. Un "tsuru" con una viejita que a duras penas ve entre el volante y el tablero. Va a cuarenta. Miento madres hacía la anciana roba aire y esta ni se inmuta. Me acorde de la viejita de "A toda maquina" (¿por que? ¿por que? ¿por que?) Pinche vieja. Un cruce. Todo el mundo parado. El pinche alto de alla atras lo podian poner aqui, ¡Idiotas! Como supositorio entro entre un "cougar" (naco seguro) y un platina (asalariado de medio pelo). Me tocan el claxón. ¡Tócame éste! Naco de mierda. Dos canciones en la radio y sigo sin pasar el cruce. Todos tocan el claxón. ¡Vuelen, cabrones! Ahora veo el pedo. Un trailer quiere meterse de reversa en un porton y tiene que usar toda la calle para sus maniobras. Es un fregón. Se tarda por los pinches coches que se le meten en cuanto se hace hacía adelante o hacía atras. Pero él en dos movimientos ya alinéo el trailer. Mis respetos. Un golpe. Vidrios que caen al suelo. Una pick - up le pego a un vocho en la calavera trasera. Se baja el del "vocho". Lleva su bastón de seguridad en la mano derecha. Intercambian felicitaciones del 10 de mayo y el del "vocho" sólo amenaza con darle un bastonazo a las luces delanteras de la pick - up. ¡ABURRIDOOO! Por lo menos que hagan un show para los que estamos parados, ¿no? Avanzo. Me avientan hasta el carril de la derecha, atras de un maldito pecerdo. Se va a parar donde le de la gana. Lo hace. Otra mentada de madre para el chofer del peladaje. Logro entrar al carril de la izquierda. El puto pecerdo se me cierra. Ta' bueno. Ahorita que te rebase. Lo rebaso. Me le cierro. Mi dedo medio se extiende fuera de la ventanilla mientras oigo los soplidos de los frenos de aire del armatoste ese. Acelero. Me quiere alcanzar. Doy vuelta a la izquierda. No va a dejar su ruta por una pintada de dedo. Pasa de largo saludando a mi progenitora. Luego paso a verla y le mando sus saludos, señor "chafirete". Sigo adelante. De todos modos también por aquí se llega. ¡Pendejo! Una escuela. Pinches "Mini vans" en doble fila. Chamacos corriendo por la calle. Pura anarquia hija de la chingada. La señora baja a su chilpayate con mochila y papas con salsa valentina de la "town & country". Pero la muy cabrona se queda platicando con "amiga con tubos" que se paro en tercera fila para saludarla desde su "Pathfinder". Toco el claxón. ¡Bueno manita, luego nos vemos porque ya empezaron a chingar! ¡Nos vemos en el cafe! Eso han de estar diciendo. Sí. Andenle viejas cotorras menopausicas, ya larguense. Avanzo. Una pelota y chamaco idiota atras de ella. ¡frena! ¡Fijate, escuincle! Avanzo. Vuelta a la derecha. Tope. Freno. Acelero. Tope. Freno. Acelero. Pasé la escuela. Atras de un taxi. Se va a parar donde se le antoje. Da vuelta a la izquierda. ¡¿Para que tienes direccionales, buey?! Sirenas. Una patrulla. Hazte a la derecha. Buenos días, joven. Buenos días, oficial. Ya venció su verificación. No. Aquí está el talón de pago. Ah, muy bien. Guardelo bien, joven. Sí, oficial. Circule con cuidado. Se retira el mordelon. ¡Me la pelas, pendejo! Avanzo. Vuelta a la izquierda. Otro bache. Esquivo con pericia Fittipaldesca. Dos chamacas dan un brinco hacía atras. ¡Pendejo! ¡Hijo de la chingada! Las hubiera atropellado. ¡Ponganse a leer, par de vagas! Como si no fueramos bastantes en este mentado trafico estas babosas de indigentes por la calle. Vuelta a la derecha. Al fin. Mi destino. Estaciono. Bajo. Miro a esas dos chavas que se suben en su "mini" convertible. Por el coche, sí les hacia el favor. Traspaso la puerta. Buenos días. Unos "delicados" por favor.