En espera de que la comisión revisora emita su sagrado dictamen sobre mi tesis, decidí hacer lo que ya llevaba algún rato sin hacer, leer un libro por purito y merito ocio... y ganas de leer, por supuesto. Encontré (la verdad es que busque, pero es más interesante que un libro llame al lector que el lector busque libros en una librería) a un autor recurrente de mis últimos años, Eduardo Galeano y, claro, su última obra: Espejos. Una historia casi universal. Hasta ahora, me he llevado varios encontronazos, algunas risas y muchas ideas nuevas sobre la visión tan peculiar que tiene el uruguayo de entender y narrar la historia de la humanidad. Una de las ideas que bullieron de mi loca y estropeada cabeza, fue el estancamiento actual de nuestro mundo: lo humanístico. Siempre he pensado que cuando uno no puede ver hacia adelante lo mejor es volver la cara hacia atrás y reencontrarse con el mundo que en algún momento incidió para tomar un sendero y no otro. Esto sucedió al leer una de las tantas viñetas del libro, sobre un autor que en su momento determinó mi pensamiento y que a continuación les muestro:
TOMAS MORO.
[...] En 1535, Enrique VIII, el rey glotón, exhibió su cabeza en una pica alzada sobre el río Támesis.
Veinte años antes, el decapitado había escrito un libro que contaba las costumbres de una isla llamada Utopía, donde la propiedad era común, el dinero no existía y no había pobreza ni riqueza.
Por boca de su personaje,un viajero regresado de América, Tomas Moro expresaba sus propias, peligrosas, ideas:
- Sobre la guerra: Los ladrones son a veces galantes soldados, los soldados suelen ser valientes ladrones. Las dos profesiones tienen mucho en común.
- Sobre el robo: Ningún castigo, por severo que sea, impedirá que la gente robe si ese es su único medio de conseguir comida.
- Sobre la pena de muerte: Me parece muy injusto robar la vida de un hombre porque él ha robado algún dinero. Nada en el mundo tiene más valor que la vida humana. La injusticia extrema es una extrema injuria. Ustedes fabrican a los ladrones y después los castigan.
- Sobre el dinero: Tan fácil sería satisfacer las necesidades de la vida de todos, si esta sagrada cosa llamada dinero, que se supone inventada para remediarlas, no fuera lo único que lo impide.
- Sobre la propiedad privada: Hasta que no desaparezca la propiedad, no habrá una justa ni igualitaria distribución de las cosas, ni el mundo podrá ser felizmente gobernado.
Sobre esto, ahora entiendo porque hemos devaluado tanto la palabra Utopía y porque se ha vuelto sinónimo de imposible. Basta con vernos a nosotros mismos.
1 comentario:
Sigo esperando las otras dos partes de tu post anterior. Te dejé un encargo en mi Ciudad que fue del canto, a ver si te lo avientes.
Un abrazo con la promesa de unos alcoholes pronto.
JFC
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