Es cada vez más cotidiano ver un fútbol amedrentado, conservador, purista, los jugadores y técnicos se han especializado en economía, economizan esfuerzo, economizan espectáculo, economizan delanteros, economizan el fútbol por si acaso se les fuera a acabar o porque no quieren que sus acciones en la bolsa bajen si hay muchos goles. En tiempos de crisis hay que economizar porque uno no sabe que vaya a pasar mañana, tal vez el gol que se ahorre hoy puede servir para empatar a uno en el próximo juego y calificar como cuarto a la liguilla... Sí, el espíritu del fútbol ha sucumbido a los Havelange y a los Blatter para convertirse en un espíritu de los negocios, de los rendimientos y de la oferta y la demanda.
Pero aún da sorpresas
Ayer, la primera parte de la final mostró dos equipos que, viendo el final del año fiscal, decidieron sacar todo el fútbol que se habían ahorrado en la campaña y evitar la auditoria mediática y de la afición (que hay que decirlo, fueron de los más gastalones este par, gracias, Dios!!!) y el partido culminó con un 3-2 magnifico, porque además fue decidido por un portero, Oswaldo, San Oswaldo Sánchez de los Santos, que evito el 2-3, para el 3-2 final. Son las volteretas del fútbol, quien con más de cien años a sus espaldas aún se atreve a hacer machincuepas de este tipo.
Y el espíritu del juego está ahí, al alcance de la mano, pero siempre es caprichoso, sólo de vez en cuando aparece para mostrarse en toda plenitud, sin tapujos, sin tabúes, y en esta misma actitud caprichosa, un día se levanta de buenas y dice: - Hoy va todo... y salen cosas como estas, en el mejor escenario, final de torneo, el lider contra el sublider de la tabla, sin oportunismos, sin sistemas regateadores, sin ahorro, sin especular, dos equipos salen al campo a librar una batalla de alegría, de garra, de puro fútbol...
Hay otros días en que uno piensa que el espíritu del futbol parece haber estado en las gradas del estadio Cuauhtemoc echando algunas chelas de más con la afición camotera y se muestra caótico, sin orden, mostrando que aunque los años lo han vuelto sobrio y conservador aún puede comportarse como el más nihilista de los espíritus, como un Puck, un Dionisios o un Loki, e irse de farra y organizar una orgía de goles. En el sitio menos esperado cuando nada se disputa, unos ya calificados, los otros eliminados, nada que perder y nada que ganar, en un juego de trámite el espíritu del fútbol entra en éxtasis y esto es lo que resulta...
Estos pequeños destellos son los que permiten que uno levante el control remoto, vaya a una cantina o se atreva a comprar un boleto para ir al estadio, esperando tener la suerte de agarrar de buenas a este tan mentado espíritu con forma de pelota y actitud soberbia, de amante chiquitero, que hace que uno caiga enamorado nuevamente después de muchos encuentros precoces, rutinarios, sin imaginación y de pronto, dos horas de puro amor... tanta hambruna y en un momento termina uno empachado con tanto gol.
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