miércoles, 10 de junio de 2009

Las hijas de los "Soldados de Salamina"

Se acabaron las páginas de Soldados de Salamina, entrañable libro de Javier Cercas que regala un "relato real" sobre la busqueda de relatos, el encuentro con una historia y con 'la historia' de los heroes olvidados de la guerra civil española.
El narrador, en este caso el mismo Cercas, hace la labor detectivesca de armar un relato sobre el fallido fusilamiento de Sanchez Mazas (Ideologo falangista) por parte de los golpeados republicanos huyendo a Francia ante la inminente llegada de los franquistas...
Encontrar como embonar una anecdota poco verosimil y armar una historia completa es la verdadera trama. Cercas funje como un detective en busca de las pesquizas que armen su relato, donde la constante busqueda y los ocasionales encuentros son los que hacen de este libro una obra entrañable, aunque la resolución es ambigua, casi en segundo plano, pues lo que no permite despegar la vista de la tinta impresa son los hallazgos, los desazones, la busqueda del escritor por encontrarse en su propia ficción (en este caso su visión de "hechos reales")...

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Cuando leí "Los detectives salvajes" me parecio que Bolaño era un escritor paternalista con el lector. No en la imagen del padre-guia sino del padre que le da mil pistas erroneas al hijo para que sea él quien encuentre el camino (mientras el padre se rie del pequeño mancebo tropezandose a cada paso que da y de su desesperación creciente). A este tipo de padres sólo se le puede querer odiandolos o endiosandolos. Creo que es la visión creciente de un autor como el chileno... Cercas hace de detective salvaje, buscando y encontrando los hilos que comienzan a tejer su relato. Aunque la forma de narrar es más tradicional que la de Bolaño, la voracidad del ritmo, de la vertiginosidad y pasividad a momentos, hacen que el hambre de narración vaya en aumento hasta el punto de las lagrimas. Sí. Cercas no escribe "los detectives salvajes" él es uno de los tantos detectives salvajes que hace la labor de reclutar nuevos detectives salvajes en cada mortal que tiene la fortuna de abrir un libro...

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Creo que la parte más conmovedora del libro es cuando el autor-narrador debate sobre la figura del heroe... El resultado es irónico. Sanchez Mazas nunca pretendió ser heroe y lo fue, y tal fue su necedad de no ser heroe que pasa a la historia como un "buen escritor mediano" o lo que es lo mismo, "un buen escritor, pero no un gran escritor". Marilles (la última pieza del rompecabezas del relato de Cercas), soldado de mil guerras, olvidado en un asilo olvidado de un pueblo olvidado de la cada vez menos recordada Francia, es el verdadero heroe, a pesar suyo o, mejor dicho, a dolor suyo:

"Los heroes sólo son heroes cuando se mueren o los matan. Y los heroes de verdad nacen en la guerra y mueren en la guerra. No hay heroes vivos, joven. Todos están muertos. Muertos, muertos, muertos. [...] Cuando salí hacia el frente en el 36 iban conmigo otros muchachos. Eran de Terrassa, como yo; muy jóvenes, casi unos niños, igual que yo; a alguno lo conocía de vista o de hablar alguna vez con él: a la mayoría no. Eran los hermanos García Segués (Joan y Lela), Miquel Cardos, Gabi Bladrich, Pipo Canal, el Gordo Odena, Santi Brugada, Jordi Gudayol. Hicimos la guerra juntos; las dos: la nuestra y la otra, aunque las dos eran la misma. Ninguno de ellos sobrevivió. Todos muertos. El último fue Lela garcía Segués. Al principio yo me entendia mejor con su hemano Joan, que era justo de mi edad, pero con el tiempo Lela se convirtió en mi mejor amigo, el mejor que he tenido nunca: éramos tan amigos que ni siquiera necesitabamos hablar cuando estábamos juntos. Murió en el verano del cuarenta y tres, en un pueblo cerca de Trípoli, aplastado por un tanque inglés. ¿Sabe? Desde que terminó la guerra no ha pasado un solo día sin que piense en ellos. Eran tan jovenes... Murieron todos. Todos muertos. Muertos. Muertos. Todos."

Cercas plantea que "al final, es un puñado de soldados los que salvan a la civilización" y al toparse de frente con alguién de ese puñado, olvidado, retirado, a uno no le queda otra cosa que pensar en hacer un post a modo de homenaje.

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Yo tuve la fortuna de conocer algunos de esos guerreros olvidados.

Se llamaba "Abuelo" y le decian "Manolo". Ante Soldados de Salamina no dejan de pasar por mi mente las cicratices de metralla en la pantorrilla derecha del viejo, la historia de sus oidos sangrantes por una granada, de imaginar esa enorme humanidad disparando en retirada huyendo a los picos de Europa asturianos, conocedor de los montes, de los parajes, los bosques, las bestias y los peligros naturales pero no del destino. De la explosión fuera de la tienda y de sacar pedazos de humanidad a la intemperie para continuar comiendo, con sus compañeros de tienda, una hogaza de pan partida en tres con manchas de sangre...

Se llamaba "Tita Trini" y le decian "Trinidad". Ante Soldados de Salamina no deja de pasar por mi mente el luto cansado y lento de más de 60 años que se desliza por la cocina, la madre erguida que entierra a su hija porque los medicamentos son para los soldados y no para una adolescente enferma, la esposa implorante por una firma que impida el fusilamiento de su esposo en la posguerra (Si sólo hubiera llegado 10 minutos antes, esos disparos que oyó a lo lejos nunca hubieran sonado). La mujer, viuda de esposo y huerfana de hija que veia todos los días al delator de su esposo salir tranquilamente a unas casas de distancia y seguir viviendo 60 años más...
Se llama "Abuela" y le dicen "Luisina". Ante Soldados de Salamina no deja de pasar por mi mente la "internacional" entonada con orgullo, dolor y un dejo de rabia; la huida a las cuevas del "Cuetu", el cerro cercano al pueblo, único refugio ante las alarmas antibombas, los soldados volteando la casa en busca de víveres, hombres, una noche de amor robado... y la niña de 10 años observando, sujetada a la falda de su madre o refugiandose en los brazos de su hermana mayor, Trinidad, que ya tenia bastante dolor y aun así trataba de dar consuelo. Esa niña que a los diez tenia que ser mujer para soportar el odio de sus compatriotas...

Dicen que la guerra civil española es de las más crueles por haber tenido la mala suerte de ser el "conejillo de indias" del armamento nazi, que preparaba su masacre... Creo que la guerra civil fue de las más crueles por ser una guerra entre hermanos, no fue el norte contra el sur, ni una lucha de clases, sino una guerra que inició en una cena, sentada la familia a la mesa, con una discusión de ideales entre padres e hijos, sobrinos y tios, hermanos y hermanas... Entre españoles y españoles.

Un pequeño homenaje a esas 4 mujeres (Mi abuela, mi madre, mi hermana, mi sobrina), cuatro generaciones paridas por los Soldados de Salamina.

4 comentarios:

Roberto Cruz Arzabal dijo...

Un post muy hermoso. Cuando leí Soldados de Salamina, y después cuando vi la película (una ficción muy distinta, con una mujer "guapa" como portagonista", pero un Miralles apabullante), pensé no en la guerra, ni en los héroes oficiales, muertos todos, (salvo el jodido generalísimo),sino en los vivos, en todos aquellos que no con el hecho de sobrevivir (tan circunstancial como morir, y Sánchez Mazas es la prueba), sino con el de permanecer, recordar y reobrar, mantienen la cotidianidad en pie.
Frente a la idea de Cercas (que en realidad, si no me equivoco, era de Primo de Rivera), de que al final es un grupo de soldados el que salva la civilización, preferí creer en que siempre, después de todo, quienes salvan a la civilización son los que quedan para recordarla, para memorizarla y narrarla. Al narrar homenajeamos a los vivos y pequeños hombres que por un momento, fueron la civilización de pie.

Abrazo

Anita Iruretagoyena dijo...

No me imaginé que tan bello era tu texto, fue una gran idea no comentarlo. Ni hablar: todo indica que tenemos que seguir visitando a tu mamá porque sus recomendaciones son buenas. Es muy hermoso leer tu historia en otros libros y en tantas pláticas. Todo el tiempo palimpsesto. Texto tras otro en las lecturas, en las fotografías, en las huellas del acento y en tu insobornable vocación por recogerlos todos. Por regalarlos todos.

Te amo

Ireneo Morris dijo...

vaya pollo, que te habeis pasao un güevo con este post! sólo diré que lo que cuentas se convierte en uno de esos tantos anexos que hay a las memorias de una derrota, una que aún duele y que tan bien sientan para recordar el significado de la palabra dignidad.

Unknown dijo...

Gracias, tú también eres el hijo de unos soldados... A veces uno olvida ese luto eterno, esas orejas marcadas por la bombas, pero sobre todo, a veces uno olvida su sonrisa cuando ganaba al dominó o se escabullía en el refrigerador, a veces uno olvida lo facil que es disfrutar de la vida sin importar lo que has visto y lo que has vivido... Te quiero mucho