viernes, 13 de noviembre de 2009

“Que la ley sirva a un principio más alto: la justicia.”

Palabras más, palabras menos este es uno de los diálogos centrales de la película The hurricane, basada en la vida de Rubin “The hurricane” Carter. Y mientras Denzel Washington conmueve con su interpretación, Bob Dylan motiva a creer y Norman Jewison presenta un argumentado estudiado y repasado por el cine estadounidense pero llevado de manera sobria, casi purista; abruma el peso del argumento, donde en el centro se encuentra esta frase que precede al presente post, sin embargo la mente no deja de aislarse de la ficción para retornar al terruño…
Varias palabras han pasado el umbral entre lo que pienso y lo que quiero escribir, pocas lo han cruzado. La aniquilación (no encuentro otro término, lo siento) de Luz y Fuerza, la penitencia del paquete fiscal, la gozosa impunidad de nuestro gobierno, las reformas ladeadas todas del mismo lado, fenómeno que contradice todas las leyes de la física: ¿Cómo algo de tan poco volumen (la clase política) puede pesar más que 90 millones de seres compuestos por la misma materia? Es ilógico, como nuestro traqueteado país. No encontraba la forma de relacionar estos acontecimientos sin caer en la queja berrinchuda, el insulto sordo o la criticonería cliché de todos los días.
Que la ley sirva a un principio más alto: la justicia. Si esta frase la hubiera dicho Washington al sur de la frontera tendría (para tener correspondencia con el entorno) que llevar una enorme carga de sarcasmo. Y es que la idea de justicia que tiene el señor aquel que carga la banda presidencial en nuestro país es bastante como él: corta, simple, gris, sin ingenio ni elocuencia. ¿El narco es la causa de la inseguridad? Atacamos al narco (hay que ver a qué narcos). ¿El sindicalismo chupa el presupuesto? Eliminamos los sindicatos (hay que ver qué sindicatos). ¿La crisis golpea la economía del país? Aumentemos la recaudación (hay que ver quiénes pagan impuestos). ¿Es posible tal falta de imaginación, semejante nulidad de estrategia?
El asunto es que, como dijo el abuelo general de Alberto Cortez, “Los pendejos son un frente muy amplio que cubrir”, y yo añadiría que ese frente es tan grande porque la pendejez es contagiosa. Hace algunos sexenios echarle el paquete al “señor presidente” era cosa de todos los días, ¡claro! Sabíamos (aunque no pudiéramos decirlo) que el presidente tomaba las decisiones en esa especie de dictadura “democrática” que vivimos durante más de 70 años. Pero si algo nos ha enseñado la naciente democracia mexicana, es que la pluralidad y el dialogo (valores fundamentales de tal sistema de gobierno) sólo sirven para instaurar nuevas y pequeñas células dictatoriales llamadas representantes (un eufemismo repetido hasta el cansancio) que confunden la ley con la retórica estéril, el comisionismo estancado y el partidismo a ultranza.
Parece que nuestra clase política es presa del más intransigente empirismo jamás conocido, todo tiene que ver con leyes, reformas de leyes, derogación de leyes, comisiones revisoras de las leyes, juicios sobre la ley, leyes sobre las leyes… tangible y perceptible como es, la ley parte, funciona y alcanza a la ley. ¿Dónde quedó la justicia? Ese principio ideal que se pretendía alcanzar para conformar una sociedad trasladándolo a un papel ¿Dónde esta?
Una definición primaria de justicia es: “Virtud por la que se da a cada uno lo que le pertenece y merece […] Así los griegos establecieron que algo es justo cuando su existencia no interfiere con el orden al cual pertenece […] Cuando no ocurre así, cuando una cosa usurpa el lugar de otra, cuando no se confina a ser lo que es, cuando hay alguna demasía o exceso se produce una injusticia.” (Ferrater Mora. Diccionario de filosofía. Pp. 1979) Cuando una ley interfiere con el orden de una comunidad ¿no es entonces una ley injusta? Cuando nuestros “representantes” se exceden en el concepto de dar a cada uno lo que le pertenece y merece ¿No son nuestros representantes injustos? Cuando “nuestro” presidente no se limita a cumplir sus funciones en pos del beneficio de la comunidad sino que responde a intereses de grupos partidistas, sindicales, empresariales y personales ¿No es entonces injusto el gobierno? Ya no hablo de lo de usurpar porque es tema muy sabido por el señor ese que dice estar al frente del país. Y para que “la cuña apriete” una última cita sobre la justicia:
[En La República] Platón examina, y critica, diversas concepciones de la justicia. Por lo pronto, estima inaceptable concebir que la justicia es (sic) el restablecimiento por cualesquiera medios – incluyendo medios violentos – de algún desequilibrio producido por un exceso. […] no admite tampoco que la justicia consista en hacer bien a los amigos y daño a los enemigos. En particular, Platón se opone a la concepción del sofista Trasímaco, el cual afirmaba que lo que se llama <> es un modo de servir los propios intereses, que son los intereses del que tiene, o los que tienen, el poder. Los poderosos son fuertes; estos hablan de justicia, pero, en rigor, quieren reafirmar, y justificar, su dominio sobre los demás miembros de la comunidad. En suma: la justicia es un encubrimiento de intereses particulares; de ahí la definición de Trasímaco de la justicia como <>. (Ferrater Mora. Diccionario de filosofía. Pp. 1980)

1 comentario:

Anita Iruretagoyena dijo...

jmm... habrá que terminar esta conversación en un buen bar, con el mejor licor de la casa y escuchando Jazz (jijiji ¡No es cierto!).

Mis felicitaciones. Verdaderamente me asombra este post. Creo que es muy preciso y sagaz.

Beso, beso.