viernes, 13 de noviembre de 2009

¿Éxito? Que rico…




Confrontar una puesta en escena, así como a un público, nunca es una tarea fácil, ni mucho menos cotidiana, creo que nunca importarán las cantidades, los numerosos estrenos o las funciones en festivales, siempre hay una cosquilla especial que atraviesa el plexo y se instala en la espalda media que te mantiene alerta.
Esto, ante un fenómeno teatral en cierto sentido tan sui generis en el valle de Toluca (por las producciones entalladas, la poca o nula difusión e interés de proyección de las propuestas y por un teatro que lucha constantemente por salir del rubro “independiente” y “universitario” para volverse profesional) cae cerca de la contradicción cuando uno se enfrenta a eso por lo que siempre se lucha y, por costumbre, no se da: El éxito.
¿Qué es lo que propicia el éxito? No hay formula. Grandes puestas en escena, con alto contenido estético, bien resueltas, arriesgadas tanto en contenido como formalmente pueden simplemente tener como espectador al viento. Otras, repetitivas, mal analizadas, poco entendidas, de poco riesgo discursivo escénico tienen los foros abarrotados… No hay lógica en el éxito. Claro que sucede a la inversa, obras arriesgadas que tienen éxito y obras de pobre contenido que no lo tengan. Al final creo que todos quisiéramos que simplemente los teatros estuvieran siempre llenos, no sólo por economía sino por propia estima. Quisiéramos que el teatro fuera un punto de reunión donde confluyeran cientos de visiones de mundo y que nunca se despreciara una obra por prejuicio de producción o de renombre. No trato de hablar sobre el “buen” y el “mal” teatro, es una cuestión valorativa y que depende más del humor que del análisis, trato de comprender qué sucede cuando un grupo de trabajo se topa, sin siquiera sospecharlo, con algo tan efímero, pero tan sabroso como puede ser el reconocimiento popular.
“Yo no me esperaba que la gente reaccionara así” fueron las palabras de José Cotero, director, actor y compañero en la empresa titulada Don Juan Tenorio, al contemplar la fila de más de cincuenta personas que se quedaban fuera del teatro por falta de espacio en la butaquería. Y nunca sabré, ni me interesa, si esto se debió a la época de día de muertos, por el amplio referente de la obra literaria (que seguramente no se parece gran cosa a lo que podría pensar Zorrilla de su texto representado) o porque realmente la propuesta resultaba contundente para el espectador. Lo único cierto es que durante toda la temporada la gente asistió, y cada vez más, a contemplar nuestro Tenorio.
Es evidente que esto no significa una revolución en el teatro Toluqueño, ni que la gente, ante una realidad cada vez más agreste, busque espacios donde olvidar la árida cotidianeidad. Pero el porrazo de aliento que significó para un grupo de trabajo que empezó a ver que su trabajo ya no funcionaba contra corriente, sino que fluía con los asistentes, que en su mayoría no fueron el clásico público cazado de las escuelas, creo que representa una llamada de atención para todos, creadores, instituciones y población, de que el compromiso por hacer y tener arte en una comunidad siempre dependerá de la responsabilidad con que se afrentan y dirigen los recursos que se tienen a la mano – y los que no se tienen también – para la conformación de conciencias y reflexiones sobre el mundo y nosotros mismos.

4 comentarios:

Ireneo Morris dijo...

ese mi pollito desplumado, felicidades por el éxito que tuviste con la obra, es una recompenza más que justa para un trabajo dedicado y hecho con entrega. pero la neta me quedo con chespirito y su 11 y 12. jo! te engañé!

Anita Iruretagoyena dijo...

JAJAJJAJAJAJAAJJA!!!

Manchado el camarada!!! Pese a todo, mejor que preferir el Tenorio cómico con Daniel Bisogno.

Saluditos chilangos al porteño honorario.

Unknown dijo...

Felicidades!!! Te lo mereces (y tus compañeros también)

Areli dijo...

Y yo estuve allí!!! eeeeh!!
Pollito, sirva este comentario para mandarle mis abrazos más fuertes en este triste inicio de año. Que "el tenorio" no sea nada comparado con una nueva obra este año. Y no deje de invitarme a los festejos, que ya vi que lo mío, lo mío, son las fiestas de música bizarra (véase "baile del perrito").

Con riesgo de que su mujer se ponga celosa y me rete a una lucha en fango, le digo y le redigo que lo quiero a usted un montón y que le agradezco los momentos clave que pasó conmigo el año que por fin terminó.