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Samuel Ruiz celebra el funeral masivo de los asesinados en la matanza de Acteal. |
Caminó las sierras y las veredas, caminó selvas y ciudades encantado por los rostros, las tristezas, las fiestas de aquellos sin-alma de siglos. Luchó en el campo, en los pueblos, en las mesas de debate y siempre en la iglesia, otrora el templo de los marginados, el revivía en ese templo las ideas de Fray Bartolome de las Casas, de Mariátegui, de Juan Pablo I. Siempre entendió que los textos bíblicos existían para algo más que para contar y castigar, estaban para concertar, para interpretar el presente. Rompió con el dogma, desde la sierra, llevó a la práctica el sermón de la montaña: "bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque serán saciados." Vio en las manos llagadas y en los pies callosos a tantos y tantos hermanos sumidos en la injusticia que les enseño el camino de la saciedad.
Don Samuel Ruiz se fue, dejó este mundo para seguir luchando en el otro, por hombres como él suplico que exista el cielo, pocos como él lo merecen. Fuera de la política, del levantamiento armado, del conflicto religioso, el hombre que siguió su camino, el propio camino, el del respeto y la tolerancia desde la religión para que el transito por este mundo sea justo y equitativo.
Bien decía un cartel en la plaza de la revolución después del levantamiento Sandinista: "Entre cristianismo y revolución, no hay contradicción."
1 comentario:
Un apunte a tu conmovedor despedida: Samuel Ruíz no rompió con el dogma, al contrario, fue un hombre muy a pegado a él; consta que era un conservador que se oponía fervientemente a las uniones homosexuales.
A veces, los progres y los jacobinos pecamos de soberbio al ver a la iglesia como un ente homogéneo donde sólo caben Ratzinger y Maciel. La iglesia a la que pertenecía don Samuel es tan dogmática como la otra, sólo que esta tiene un dogma social verdadero, una otra interpretación de la vida en comunidad. Una interpretación dirían algunos, más verdadera.
Un abrazo.
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