Mientras Deleuze y Greimas discuten sobre rizomas, actores y códigos semióticos -discusiones inventadas- y se callan para dejar que Sefchovich ponga mis palabras en sus letras (pero en bonito) sobre las mentiras, las tristes y engañosas mentiras diarias de nuestro terruño en "País de mentiras", llega un momento en que esa realidad vehemente de la que habla la periodista y escritora me sacude... Tal vez porque ahora la veo más cercana que nunca.
Las conexiones "interbloguianas" me animan un poco al saber que comienzo a buscar departamento y a escuchar a Sabina, como los buenos de Are y Dan, sólo que en un estado disconforme; me siento huyendo, incapacitado (como la acción mutante de Anita) para resolver-me... Y sólo pienso en mi papá, en la justeza de abandonar el cobijo paterno pero con la injusteza de pensar en dejarlo solo, como menciona el bigotudo guerrillero...
¿Dónde habita el olvido, Sabina? ¿Dónde dejo esa voz machacante que se ha instalado a sus anchas en mi cabeza? ¿Cómo contesto el teléfono, carajo? ¿Cómo abandono la casa con ese hoyo negro que lo devora todo en la visión de Marge post-asalto?
Dos dias antes de la tan mentada llamada, un ex-alumno y actual cuate de la Facultad me dijo que me veia diferente, más tranquilo, más vital... ¿Qué me diria ahora si me viera?
¿Qué puto derecho tienen esos cabrones para quitarme la tranquilidad? Era lo poco que me había provocado la titulación y la entrada a la maestría, cierta tranquilidad, ciertas certezas sobre el futuro y llegan estos malparidos (¡Mal rayo los parta! bien dicho, mama) y me la quitan para poner en su lugar esta maldita angustia, esta desesperante paranoia, este puto miedo...
No recuerdo la última vez que me sentí tan deprimido, creo que fue en los primeros semestres de la carrera (ocho años, ya) pero era más esa cosquilla sobre si lo que estoy haciendo es lo que tengo y quiero hacer toda mi vida... No si al momento de salir pasará un auto y me llenan de plomo, a mi o a mi papa...
Y sólo me queda esperar que encuentre la dirección... Donde habita el olvido.
Y la vida siguio
como siguen las cosas
que no tienen mucho sentido.
2 comentarios:
Donde habite el olvido
Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.
Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.
- Luis Cernuda.
Que la calma regrese a tu vida mi amor. Confía en quienes te queremos y en quienes te podemos dar consuelo. Es la única receta, pese a los dragonazos de la suegra cariñosa y preocupada, los consejos del amigo más brillante (que habla, habla y habla y, quizás eso es lo que lo hace más encantador), las fiestas extranjeras y el abrazo mío imperturbable e inagotable.
Es tu regalo y un amuleto contra todo mal deseo. Recuérdanos cuando más fuerte escuches el lamento que te acongoja y, quizás, te sientas más seguro y te duermas un ratito.
Te amo
No tengo mucho que decir después de que un nudo se ha formado en mi garganta una vez que leí tu post, ni después de leer el comentario de su amada, que lo destuerce. Nada que decir más que un abrazo grande, grande, pollo. El tiempo no borra todo, pero cómo aliviana... Usted déle chance.
Un beso!!
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